El hombre no sólo contempla al mundo desde sí mismo, sino que también se ve desde el mundo. En nuestra actitud afectiva hacia el otro le deseamos que alcance su plenitud y que se realice lo que está puesto en su "proyecto" ontológico o espiritual. Esta "objetividad simpatizante" (o compasión, en el sentido más amplio de esta palabra) constituye la base de todos los valores estéticos y morales.
Esta orientación a la objetividad, a diferencia de la especialización y adaptación de los animales a su medio ambiente, se manifiesta en lo que Hengstenberg llama 'bifuncionalidad' de los órganos humanos. Por ejemplo, nuestros pulmones forman parte de nuestro sistema vegetativo y cumplen funciones importantes en el proceso metabólico, pero al mismo tiempo son utilizados para hablar, cantar y tocar instrumentos de aire. Los ojos sirven para ver y, a la vez, para la exploración o contemplación estética.
Mijaíl Málishev, Facultad de Humanidades, uaem, Cerro de Coatepec, Toluca, Estado de México
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