dimecres, 1 de setembre del 2004

Me duele, pero ¿dónde?


Intereses, no ideas, dominan directamente la acción de los hombres. Sin embargo, las 'imágenes del mundo', que son producidas por 'ideas', con muchísima frecuencia han definido, como guardagujas, las vías en las que empujaba la acción dinámica de los intereses. En razón de la imagen del mundo se decidía 'de qué' y 'en qué' quería uno (y podía) ser 'redimido'.

¿Ser salvado de qué? De la servidumbre política y social, en un futuro reino mesiánico en este mundo. De la contaminación en razón de la impureza ritual o de la impureza general del encarcelamiento en los cuerpos, en la pureza de un ser de belleza corporal y espiritual o de un ser puramente espiritual.

Del eterno juego sin sentido de las pasiones y deseos humanos, en el descanso tranquilo de la pura contemplación de lo divino. De un mal radical y de la servidumbre bajo el pecado, en el bien eterno y libre en el seno de un dios paternal. De la esclavitud de las constelaciones de un determinismo astrológico, en la dignidad de la libertad y la participación en la esencia de la divinidad oculta.

De las limitaciones de la finitud que se expresan en el sufrimiento, la necesidad y la muerte y de las amenazadoras penas del infierno, en una felicidad eterna en una futura existencia terrenal o paradisíaca. De la rueda de renacimientos con su despiadada retribución de las acciones de tiempos fenecidos, en el descanso eterno. Del sinsentido de las cavilaciones y acontecimentos, en el sueño sin sueños...

Hay una actitud respecto a algo que se experimenta en el mundo real como 'sin sentido' y por tanto se expresa la exigencia de que la estructura del mundo sea en su totalidad un 'cosmos' de algún modo pleno de sentido o que pueda llegar a serlo. Esta exigencia es el producto nuclear del racionalismo religioso.

Max Weber, Sociología de la religión, 342

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