divendres, 27 d’agost del 2004

Drama de la adolescencia


Los seres humanos nacen unos catorce años demasiado pronto. Ningún otro animal atraviesa un período tan largo de dependencia de los progenitores. Luego, de pronto, en cierto momento de la vida que varía según la cultura, (desde los doce a los veinte años) se espera que el joven se convierta en adulto y se pide a todo su sistema psicológico, que ha sido ajustado y entrenado para la dependencia, que responda a los retos de la vida con responsabilidad.

En las sociedades primitivas, la función de los crueles ritos de la pubertad ha sido siempre y en todas partes la de efectuar y confirmar esta transformación. Cuando observamos ahora nuestro mundo moderno, despojado de tales iniciaciones y cada vez más intimidado por sus propios jóvenes intransigentes, podríamos diagnosticar un adulto neurótico que no ha sido capaz de cruzar este umbral hacia la responsabilidad.

Es alguien que ante cada situación de reto lo primero que dice es '¿qué diría papá?', '¿dónde está mamá?'. Y sólo entonces pasa a darse cuenta de, '¿por qué, Dios mío?', '¡Yo soy papá, tengo cuarenta años! ¡mamá es ahora mi esposa! ¡soy yo quien ha de hacer esto!

Joseph Campbell, Los temas mitológicos en la literatura y el arte, en Mitos, sueños y religión, 128

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