Sansón bajó a Timná y al llegar a las viñas de Timná vio un leoncillo que venía rugiendo a su encuentro. El espíritu de Yahvé le invadió y sin tener nada en la mano, Sansón despedazó al león como se despedaza a un cabrito. Pero no contó ni a su padre ni a su madre lo que había hecho. Bajó y habló con la mujer, lo cual le agradó. Algún tiempo después volvió Sansón para casarse con ella. Dio un rodeo para ver el cadáver del león y resulta que en el esqueleto del león había un enjambre de abejas con miel. La recogió en su mano y la iba comiendo según caminaba.
Jueces 14, 5-9
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