El juego es 'seriedad infantil', pero la fantasía es su auténtico nervio. También el juego de los adultos muestra este aspecto. Raras veces sucede sin involucrar intereses eróticos, financieros o de lucha. Pero el punto está precisamente en que esos intereses sólo podrían mostrarse bajo el manto de, digamos así, intereses fantásticos y absolutamente 'no prácticos': el comportamiento del balón que salta, la distribución del azar de las cartas policromas o cosas semejantes, consitituyen la parte realmente divertida o vivificante del juego.
Arnold Gehlen, El hombre, 242
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