dimarts, 29 de juny del 2004

Nietzsche y Dios cara a cara

JOAN PAU INAREJOS, 2004


Nietzsche: Pero usted es…

Dios: Sí, sí. Pase, por favor.

Nietzsche: No lo puedo creer… ¡yo lo daba por muerto!

Dios: Pues ya me ve. Ahora escúcheme.

Nietzsche: En fin. No sé qué decir.

Dios: Si no le importa, ahí fuera hay una cola de personas esperando para entrar. ¿Puedo hablar o no?

Nietzsche: Qué mal genio.

Dios: Habló la Madre Teresa.

Nietzsche: Bah.

Dios: Mire: le voy a ser sincero. Nos ha costado meses de negociaciones traerle aquí. Incluso tuvimos que alargar esa enfermedad degenerativa más de lo normal…

Nietzsche: Sí. Muchas gracias.

Dios: La cuestión es que si usted nos lo pone difícil, la competencia tendrá vía libre…

Nietzsche: ¿La competencia?

Dios: Sí, los de abajo. El infierno. Hacen muy buen marketing en la Tierra, pero en fin… tienen peores instalaciones, etcétera.

Nietzsche: ¿Y para qué me quieren aquí? Yo creía que esto se hacía con un juicio, las buenas y las malas obras, ya sabe…

Dios se empieza a reír escandalosamente.

Dios: (se seca las lágrimas de la risa) ¿Obras buenas y malas? ¿Pero qué cree que es esto, un observatorio ético?

Nietzsche: Pues vaya decepción.

Dios: Permítame: según sé usted no creía en nada de esto hasta hace bien poco.


Nietzsche: Veo que lo sabe todo.

Dios: Por supuesto. Tengo un gran equipo de documentalistas.

Nietzsche: ¿Volvemos al tema?

Dios: Sí, sí, claro. ¿Fuma?

Nietzsche: No, gracias. Una vez lo probé y se me chamuscaron los bigotes.

Dios: ¿Verdad que no le molesta el humo?

Nietzsche: Descuide.

Dios: Estamos muy interesados en usted. Verá, esa idea suya… el supermacho, ¿verdad?

Nietzsche: Superhombre.

Dios: Eso, eso. No me ponga esa cara: ¿usted no se equivoca nunca?

Nietzsche: Adelante.

Dios: Nos interesa mucho el proyecto superhombre para relanzar nuestra empresa. Verá, ¿para qué nos vamos a engañar? Los de abajo tienen una oferta mucho más jugosa: números de striptease, drogas de diseño, camas redondas… Y aquí los consumidores se aburren.

Nietzsche: ¿Se aburren?

Dios: Nubes y cielo toda la eternidad… ¡Comprenda!

Nietzsche: Ya.

Dios: ¡Por eso tenemos que apostar por la publicidad! La gente está harta de esos anuncios horteras. ¡Pero imagine! ¡Imagine lo que podríamos conseguir con otra campaña, totalmente distinta!

Nietzsche: ¿Quiere que le haga una campaña?

Dios: Usted sabe de qué le hablo: “Entre al paraíso y le daremos voluntad de poder con garantía indefinida”, “Sienta el impulso vital del Reino de los Cielos”, “Venga al cielo y le convertiremos en superhombre”. En fin, usted es el artista, pero me va siguiendo, ¿no?

Nietzsche: Más o menos.

Dios: Creáme: usted es un diamante en bruto y nosotros lo podemos pulir si nos deja.

Nietzsche: Menos poesía. Aún no hemos hablado del sueldo.

Dios: ¿El sueldo? ¿Va a trabajar con Dios y se me pone sindicalista?

Nietzsche: ¡Pero iría contra mis principios!

Dios: Escuche, señor Feliciano…

Nietzsche: Federico.

Dios: Como se llame. Usted ha dejado los principios en la puerta, ¿entiende lo que le digo? ¡Esto es una multinacional, por mi amor!

Nietzsche: No lo veo claro. Me niego.

Dios: ¿Se niega? Qué interesante. Le recuerdo que con un chasquido de dedos lo puedo enviar al trullo.

Nietzsche: ¿Cómo?

Dios: Veamos: antecedentes de ateo radical, nihilista, alemán…

Nietzsche: ¡Alemán! ¿Desde cuando es un crimen ser alemán?

Dios: Amigo, por si no lo sabía aquí somos judíos. A ver, ¿de dónde eran Abraham y Jesucristo?

Nietzsche: No me tome por imbécil. He ido a la universidad.

Dios: No era mi intención. Usted difundió que yo había muerto, dijo que los cristianos eran esclavos resentidos, e incluso, lo tengo por aquí apuntado..., ahá: aseguró que "la fe es una enfermedad". ¿Quiere que siga?

Nietzsche: No hace falta.

Dios: Mire: a mí toda esta mierda me da igual. Pero si se enteran los de arriba, ya sabe…

Nietzsche: ¿Los de arriba? ¿Usted no es todopoderoso?

Dios: Vaya, veo que tengo buena reputación… Bueno, no quiero perder más tiempo. O firma o cadena perpetua. Y le advierto: aquí es perpetua de verdad.

Nietzsche: Comprendo.

Dios: ¿Entonces? Aprisa, por favor, necesito ir al lavabo.

Nietzsche: ¿Cadena perpetua? ¿Y por qué no pena de muerte?

Dios: Muy gracioso. ¿Se decide?

Nietzsche: En fin. Por lo visto no tengo más remedio.

Dios: ¡Sabía que lo entendería! Ese es el superhombre que yo quiero. Entre usted y yo, me encantan los alemanes. De joven fui a Munich, maravillosa. Tome, firme aquí y abajo, por favor.

Nietzsche: Esto me duele mucho… Si no firmo condeno mi libertad, pero si firmo me aboco a una vida inauténtica.

Dios: Filósofos.

Nietzsche: Ahí tiene la firma. ¿Cuándo empiezo?

Dios: Ah, sí. Venga usted el lunes y pregunte por María.

Nietzsche: ¿María?

Dios: Mi madre. La he colocado de jefa de personal porque se aburría en casa. La menopausia y esas cosas. Si no hay nada más… Encantado de haber hablado con usted.

Nietzsche: Sólo una curiosidad. ¿Y los otros dos? ¿Qué hay de la trinidad?

Dios: De vacaciones en Cuba. ¿Qué le parece? Y yo aquí haciendo horas. ¡Uf! Me voy pitando al lavabo…

JOAN PAU INAREJOS, 2004

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