JOAN PAU INAREJOS, 2004
Nietzsche: Pero usted es…Dios: Sí, sí. Pase, por favor.
Nietzsche: No lo puedo creer… ¡yo lo daba por muerto!
Dios: Pues ya me ve. Ahora escúcheme.
Nietzsche: En fin. No sé qué decir.
Dios: Si no le importa, ahí fuera hay una cola de personas esperando para entrar. ¿Puedo hablar o no?
Nietzsche: Qué mal genio.
Dios: Habló la Madre Teresa.
Nietzsche: Bah.
Dios: Mire: le voy a ser sincero. Nos ha costado meses de negociaciones traerle aquí. Incluso tuvimos que alargar esa enfermedad degenerativa más de lo normal…
Nietzsche: Sí. Muchas gracias.
Dios: La cuestión es que si usted nos lo pone difícil, la competencia tendrá vía libre…
Nietzsche: ¿La competencia?
Dios: Sí, los de abajo. El infierno. Hacen muy buen marketing en la Tierra, pero en fin… tienen peores instalaciones, etcétera.
Nietzsche: ¿Y para qué me quieren aquí? Yo creía que esto se hacía con un juicio, las buenas y las malas obras, ya sabe…
Dios se empieza a reír escandalosamente.
Dios: (se seca las lágrimas de la risa) ¿Obras buenas y malas? ¿Pero qué cree que es esto, un observatorio ético?
Nietzsche: Pues vaya decepción.
Dios: Permítame: según sé usted no creía en nada de esto hasta hace bien poco.
Nietzsche: Veo que lo sabe todo.
Dios: Por supuesto. Tengo un gran equipo de documentalistas.
Nietzsche: ¿Volvemos al tema?
Dios: Sí, sí, claro. ¿Fuma?
Nietzsche: No, gracias. Una vez lo probé y se me chamuscaron los bigotes.
Dios: ¿Verdad que no le molesta el humo?
Nietzsche: Descuide.
Dios: Estamos muy interesados en usted. Verá, esa idea suya… el supermacho, ¿verdad?
Nietzsche: Superhombre.
Dios: Eso, eso. No me ponga esa cara: ¿usted no se equivoca nunca?
Nietzsche: Adelante.
Dios: Nos interesa mucho el proyecto superhombre para relanzar nuestra empresa. Verá, ¿para qué nos vamos a engañar? Los de abajo tienen una oferta mucho más jugosa: números de striptease, drogas de diseño, camas redondas… Y aquí los consumidores se aburren.
Nietzsche: ¿Se aburren?
Dios: Nubes y cielo toda la eternidad… ¡Comprenda!
Nietzsche: Ya.
Dios: ¡Por eso tenemos que apostar por la publicidad! La gente está harta de esos anuncios horteras. ¡Pero imagine! ¡Imagine lo que podríamos conseguir con otra campaña, totalmente distinta!
Nietzsche: ¿Quiere que le haga una campaña?
Dios: Usted sabe de qué le hablo: “Entre al paraíso y le daremos voluntad de poder con garantía indefinida”, “Sienta el impulso vital del Reino de los Cielos”, “Venga al cielo y le convertiremos en superhombre”. En fin, usted es el artista, pero me va siguiendo, ¿no?
Nietzsche: Más o menos.
Dios: Creáme: usted es un diamante en bruto y nosotros lo podemos pulir si nos deja.
Nietzsche: Menos poesía. Aún no hemos hablado del sueldo.
Dios: ¿El sueldo? ¿Va a trabajar con Dios y se me pone sindicalista?
Nietzsche: ¡Pero iría contra mis principios!
Dios: Escuche, señor Feliciano…
Nietzsche: Federico.
Dios: Como se llame. Usted ha dejado los principios en la puerta, ¿entiende lo que le digo? ¡Esto es una multinacional, por mi amor!
Nietzsche: No lo veo claro. Me niego.
Dios: ¿Se niega? Qué interesante. Le recuerdo que con un chasquido de dedos lo puedo enviar al trullo.
Nietzsche: ¿Cómo?
Dios: Veamos: antecedentes de ateo radical, nihilista, alemán…
Nietzsche: ¡Alemán! ¿Desde cuando es un crimen ser alemán?
Dios: Amigo, por si no lo sabía aquí somos judíos. A ver, ¿de dónde eran Abraham y Jesucristo?
Nietzsche: No me tome por imbécil. He ido a la universidad.
Dios: No era mi intención. Usted difundió que yo había muerto, dijo que los cristianos eran esclavos resentidos, e incluso, lo tengo por aquí apuntado..., ahá: aseguró que "la fe es una enfermedad". ¿Quiere que siga?
Nietzsche: No hace falta.
Dios: Mire: a mí toda esta mierda me da igual. Pero si se enteran los de arriba, ya sabe…
Nietzsche: ¿Los de arriba? ¿Usted no es todopoderoso?
Dios: Vaya, veo que tengo buena reputación… Bueno, no quiero perder más tiempo. O firma o cadena perpetua. Y le advierto: aquí es perpetua de verdad.
Nietzsche: Comprendo.
Dios: ¿Entonces? Aprisa, por favor, necesito ir al lavabo.
Nietzsche: ¿Cadena perpetua? ¿Y por qué no pena de muerte?
Dios: Muy gracioso. ¿Se decide?
Nietzsche: En fin. Por lo visto no tengo más remedio.
Dios: ¡Sabía que lo entendería! Ese es el superhombre que yo quiero. Entre usted y yo, me encantan los alemanes. De joven fui a Munich, maravillosa. Tome, firme aquí y abajo, por favor.
Nietzsche: Esto me duele mucho… Si no firmo condeno mi libertad, pero si firmo me aboco a una vida inauténtica.
Dios: Filósofos.
Nietzsche: Ahí tiene la firma. ¿Cuándo empiezo?
Dios: Ah, sí. Venga usted el lunes y pregunte por María.
Nietzsche: ¿María?
Dios: Mi madre. La he colocado de jefa de personal porque se aburría en casa. La menopausia y esas cosas. Si no hay nada más… Encantado de haber hablado con usted.
Nietzsche: Sólo una curiosidad. ¿Y los otros dos? ¿Qué hay de la trinidad?
Dios: De vacaciones en Cuba. ¿Qué le parece? Y yo aquí haciendo horas. ¡Uf! Me voy pitando al lavabo…
JOAN PAU INAREJOS, 2004
Que divertido!! jijiji. Molt agut!!
ResponEliminamire
jajajajaja Supermacho! jajaja
ResponEliminabuenisimo